martes, 11 de septiembre de 2007

El Mundo de Arturo en México




El Mundo de Arturo

¿Somos del país en el cual nacimos?

Afuera, en la calle, el ruido de sirenas intenta callar un delictual

grito, y el rumor colectivo se entremezcla con el “avance”, “avance”,

“avance” de una femenina voz policial. Dentro de mi casa y frente a mi,

dos tamales de apellidos oaxaqueños se burlan por mi negativa a comer

“nieves” con Chile. En mi mano activa, la izquierda, un vaso de vino

tinto “Hecho en Chile”, país que me vio nacer, crecer y alejarme de

forma momentánea…Creo.

Un poco más allá de los risueños tamales, una pantalla, y dentro de

ella la película: París te amo, que mediante una gran cantidad de

pequeñas historias, busca enamorarnos de esta Gran Ciudad. Pero en el

fondo y forma final, resulta inútil: la ciudad luz dispara estratégica,

incesante y en cada esquina, el amor con forma de mujer que se

desparrama, como balacera luminosa sin sonido por casi todo el mundo.

¿Qué factor debe tener un país para que nos de y alimente, o nos quite

y destruya nuestras pertenencias espirituales?

¿Son las ciudades femeninas o masculinas?

¿Triunfarán las ciudades-centro-comerciales, por sobre las que son

Patrimonio Histórico?

¿Cómo lograr que la imagen país de una nación que se proyecta hacia el

extranjero sea consecuente con la realidad actual y cotidiana de aquel

país?

Preguntas como estas inundan mi conformidad y las respuestas aparecen

sólo en la medida que equilibre mi desarrollo personal-social

con mi desarrollo espacio-territorio. Así de simple, así de complejo.

¿Soy Chile-ango?

-Arturo Figueroa Carrasco, ¿acepta usted a México Distrito Federal como

su futura y única ciudad, promete amarla, cuidarla y respetarla por

sobre todos los viajes y promete serle fiel, en bienaventuranzas y

globalización, hasta que un cambio u otra ciudad los separe?

Llevo casi un año fuera de mi país y antes de comprometerme con

México-país o México-ciudad, lo hice

también con París, Madrid, Lisboa, entre otras cuidades.

Aquí, otra pregunta cae a mis pies: ¿qué razón me ha llevado a ser

infiel ciudadanamente hablando y no sentir, después del acto, la voz de

la culpa escupiendo a diestra y siniestra sobre mi?

Sencillamente, la necesidad urgente de encontrarme conmigo mismo en

cada rincón de cada ciudad, en cada ciudad de cada país, e incluso en cada país que se esconde visible dentro de un pueblo cualquiera.

Me declaro amante sin culpa de la ciudad, pero sí de la Gran Ciudad.

Soy de esos que, aunque esté cansado de recorrerla a lo largo de sus

calles y a lo largo de todo el día, vuelvo rutinariamente a mi lugar de

residencia… caminando. Y cuando caminar no es posible, mis pies me

miran y reclaman coherencia.

Me gusta recorrer una ciudad a pie. Sentirla, olerla, tocarla. Sólo así

la ciudad es parte de Mi. Aunque no sé aún cómo hacer para lograr que

Yo sea parte de Ella.

Un par de meses atrás y bajo la consigna de ser una de las ciudades más

grandes y caóticas del mundo, se dejó ver por primera vez para mi, bajo

el piso del avión, México Distrito Federal o Ciudad de México o

simplemente D. F. como se le conoce.

Inabarcable, Superpoblada, masculina.

Antigua ciudad Azteca, futura ciudad Televisa.

Gran ciudad que respira tan hondo que su aire bueno se confunde con el

malo y que, confundidos, entran en nosotros para que, tal vez, nos

confundamos en nuestro rol de no saber si debemos ser más personas que

ciudadanos o viceversa.

Gran Ciudad de México, que de niño me imaginé y que sabía con

anterioridad que Chile-ango era mi nuevo nombre, aquí y ahora.


Por eso acepté el compromiso fraternal con esta ciudad, por la

imperiosa necesidad de saber cómo poder ser parte de ella, y por verme

acostado con la cabeza apoyada en Indios Verdes, mi corazón en el

Zócalo y mis pies en Xochimilco.

Allá, lejos, Chile me mira caluroso, pero sé que pronto, el Otoño llegará y las hojas que veré en las fotos me harán recordar ese olor , el del aire, que vio la lluvia caer sobre la tierra seca. Pero hay algo que me tiene y tendrá tranquilo: Él sabe que el vacío de mi ausencia, es un proceso natural de crecimiento personal social y profesional, por eso, sé que no está enojado ni se enojará conmigo ni con mi nuevo País de residencia.

Incluso más de una vez he sabido que mi Chile lindo telefonea a México para preguntar por mi, así como una Madre, que intuitivamente sabe que todo va bien, insiste y llama a su hijo una y otra vez para saber cómo está.