miércoles, 5 de marzo de 2008

¿Cómo ser un CHILEANGO y NO retornar en el intento?

Es mediodía y mis 

pies 
cansados en medio del Zócalo, me detienen sin previo aviso, cuando un ruido ya familiar me hace mirar hacia arriba: es uno de los tantos aviones que cada dos minutos aterrizan en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de Ciudad de México. 120 segundos, los suficientes y necesarios para pensar  y cuestionar  el hecho de ser un extranjero “Chileango”, en plena tierra de Chilangos.

 Pero antes de hablar de la ciudad más grande y caótica del mundo ¿Qué ocurrió antiguamente bajo sus edificios históricos, bajo el Paseo de la Reforma, bajo todo el Distrito Federal que hoy se viste de un crecimiento desmedido?

 Fui donde el Señor Wikipedia y me relató lo siguiente: “La riqueza y extraordinaria belleza natural de esta tierra, sedujo a primera vista a todos aquellos hombres y tribus que lograron divisarla. Este inevitable encanto hipnotizó a los hombres de Ténoch, quienes provenientes 

de un lugar mítico, encontraron en un islote el cumplimiento de su profecía: Un águila arriba de un nopal

 devorando a una serpiente. La imagen puso fin a sus cientos de años de largo peregrinar. Esto ocurrió en 1325, año en que el imperio más extenso y poderoso de MesoAmérica, los aztecas o mexicas, fundaron, en la inmensidad de sus grandes lagos, México - Tenochtitlan, bajo el amparo del nuevo símbolo, el cual perdura hasta hoy 682 años después, como el escudo nacional de una patria 

con más de 100 millones de habitantes y una capital que sobrepasa los 22 millones.”

 La grandeza poblacional  de esta ciudad nos invita a vivir cerca, muy cerca de los 

demás. Escarbar en sus miradas miedos y soledades, y extraer al final, el presentimiento de que aquí, en medio de todos, es preciso vivir el hoy y el ahora.

 Cuando el día aparece, la ciudad ya está despierta y dispuesta cordial a mostrarnos infinidad de opciones para realizar, como por ejemplo: desayunar varias veces en los infinitos puestos de comidas que encontrarás a donde quiera que vayas, la oportunidad de caminar con movimientos rápidos y calculados, para evitar el desagradable choque frontal o trasero por parte de un transeúnte descuidado, o visitar los más de cien museos, y las casi incontables cantidad de iglesias empezando por la majestuosa y alicaída (a causa del desastroso terremoto del 86) Catedral principal, ubicada a un costado de la Plaza de la Constitución más conocida como Zócalo, el lugar histórico de concentración popular más concurrido por capitalinos y extranjeros. Y  para terminar el día, visitar a las 19 

horas el estacionamiento más grande del mundo, me refiero al imitado pero jamás igualado Anillo Periférico, en hora pico. Las opciones son innumerables y mezcladas con el gastronòmico y combustible olor del aire, hacen de esta ciudad un icono mundial del caos impredecible.

¿Cómo entrar y salir del Metro sin ser “tan!” tocado?

Te sientes solo, viaja en Metro. Tienes insomnio, viaja en Metro. Tienes frío, viaja en Metro. Quieres sentirte abrazado, viaja en Metro.  En relación a la calidad, precio y rapidez, el Metro de la Ciudad de México, esla mejor opción. Sólo seis horas al día interrumpe su recorrido, comida y música casi gratis y sin moverte (voluntariamente) de tu asiento, muda incertidumbre al no saber cuando reanudará su

 marcha luego de cada parada. Todo adornado por el mejor ambiente subterráneo junto a cientos de personas que no eligen estar, pero están, obligatoriamente muy junto a ti…hablaría un “chingo” sobre el Metro, pero si no empujo las ideas, antes que se cierre la puerta de la publicación, me quedo afuera. Afuera y solo. Sin nadie que me empuje. Solopuntocom.

Sobrevivir a esta ciudad no es tarea fácil. Requiere de un constante ir y venir, bajar y ascender, entrar y salir, cuantas veces sea necesario, con la única esperanza de despertar en día domingo y vernos subir por las escaleras mecánicas de un nuevo centro comercial que nos llevarán a lo más alto del consumismo cotidiano.

¿Por qué tanta injusticia social si la Tierra nos quiere equilibrar?

¿Para qué tanto lujo y miseria si la bandera flamea para todos igual?

 Sin equidad, no hay entendimiento ni equilibrio. Pero sin desequilibrio no habría superación... ¿Qué hacer?

 Ya lo decidí, no retornaré, ya no buscaré, seguiré adaptándome y en el intento, sigo caminando, pido probar nieves (helado) con chile y en la espera me cuestiono:

 Sin Nopal en la tierra, no habría serpiente

 y sin serpiente no habría

águila a punto de saciar su hambre,

para luego alzar su vuelo, en busca de otro lugar, un lugar presente,

 un lugar mejor.

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